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Mostrando las entradas de enero, 2013

La máquina de Evolución

Una de las cosas que nos regala el verano es la lectura distendida. En mi último viaje a la costa (para parafrasear a quien nombrare después) tuve el inesperado placer de ligar dos clásicos sin conexión aparente,solo a través de mi lectura. “La máquina del tiempo” de H.G. Wells, clásico de la ciencia ficción que innumerables veces me recomendó mi padre, y cuya transcripción cinematográfica siempre adoré; y la “Autobiografía” de un Charles Darwin de 66 años, cuya importancia sobra remarcar. Quizás las conexiones no se hagan tan patentes ahora como lo fueron en el fragor de la lectura, pero me permitiré algunas observaciones, que aunque delirantes, encuentro fascinantes. En primera instancia llamó mi atención la geografía. Sobre las primeras hojas de la “Autobiografía” tenemos a un Charles que se recuerda de niño, travieso, piadoso y con un gusto innato por las colecciones. Pareciera que es el niño mismo quien habla. Pero a medida que el manuscrito progresa (siempre teniendo en cuenta