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Mostrando las entradas de 2015

El número de este objeto

47 es un número primo. 47 también es la edad de su mujer (él le lleva 10 años). 47 está en su número de documento, que empieza con 12 millones, y 47 estaba en la patente de uno de sus primeros autos, que no puede recordar porqué recuerda. Una intensiva búsqueda genealógica en la laptop arrojaría toda clase de datos curiosos: en 1947 se publica el diario de Ana Frank, en 1847 se unifica el huso horario en Gran Bretaña, en 1747 se decapita por última vez en Inglaterra, en 1647 hay un terremoto de grado 9 en Santiago de Chile, en 1547 nace Miguel de Cervantes, en 1447 asesinan a Vlad II Dracul, padre de Vlad el Impalador, en 1347 empieza la pandemia de la peste negra, en 1247 muere el Robin Hood histórico, en 1147 muere el segundo Gran Maestre de los Caballeros Templarios, en 1047 un papa sucede a otro, en 947 muere un líder tolteca, en 847 cae una parte del Coliseo de Roma tras un terremoto, en 747 nace Carlomagno, en 647 un emperador chino manda una expedición a la india para recolecta

Star Cluster

Alrededor de una galaxia espiralada orbita una joya dorada, con forma de globo: a globular star cluster. Su color es la mescla de las luces de miles de estrellas viejitas, que nunca fueron lo suficientemente grandes to rock the night sky . Una al lado de la otra, tan cerca que no entra entre ellas ni siquiera un planeta, con tal gravedad que no se les escapa ni siquiera una piedrita, se abrazan como quien se despide de quien viene de visita desde muy lejos. Pero ellas nacieron todas en la misma nébula, y en el enorme vacío entre galaxias flotan como una boya dorada, marcando cuando empieza el deep space , o cuando tal o cual civilización se ha vuelto inter-galáctica.   A diferencia de la ordenada rotación siguiendo el ecuador solar, a la que estamos acostumbrados, estas viejas estrellas se orbitan las unas a las otras en todas direcciones. Como abejitas doradas, se comunican las unas con las otras a través de un baile complicadísimo, empujando la órbita elíptica a su límite matemát

Millennial 32 (Ebanista)

    El arbolito cae como una mujer que se desmalla, con la salvedad de que lo hace en un ángulo preciso. Cuando el ebanista le dedica unos segundos de silencio las quejas de algunos pajaritos sorprendidos pelean por ocupar el aire contra el murmullo de un río cercano. El hacha y el silbido no tardan mucho en volver a desgarrar felizmente la madera caída. “El laurel sirve para hacer unas cunas esplendidas.” En ese árbol no había ningún nido. 

Millennial 31 (Perro-Mosca II)

Escarba y escarba, pero no tarda mucho en perder las esperanzas, baja las colas. Vuelve a mirar con todos sus ojos al mar, ahí tampoco hay nada, no hay cambios en su espectro de luz visible, ni en magnetismo, ni en temperatura. Por aburrimiento decide no se darse por vencido. Escarba un poco más y finalmente encuentra el nido de pólipos. Los olfatea cuidadosamente para asegurarse de que son lo que creen que son. Una vez convencido, allí con la cabeza metida en el poso, dispara el ácido desde su palpo. Los pólipos pierden su vivido color verde y se retuercen hasta quedar hechos una masa amarilla, que él luego absorbe con su alargado apéndice de artrópodo. Pero un chirrido ensordecedor interrumpe su comida. Al levantar la cabeza se da cuenta de que el mar negro ha retrocedido varios kilómetros, y lo sigue haciendo. Mueve la cola a más no poder y recuerda fugazmente que lo que había seguido en un principio era ese mismo chirrido. Un cráter de arena transparente se abre frente a sus múlti

Millennial 30 (El Rojo)

Los primeros en darse cuenta fueron una pareja que miraba el atardecer. Sus cuerpos cayeron pesadamente a la arena desde lo alto del mirador. Eso fue poco segundos antes de que la mayor parte del tránsito mundial se detuviera. En las capitales mundiales lo agresivo de los avisos publicitarios tomaron su parte, y en las zonas apartadas la vida silvestre fue suficiente: una flor, algún pajarito, un niño llorando, una manzana. Pero el verdadero problema era que el género humano ya llevaba la maldición dentro suyo, mucho antes de aquella pareja: el color rojo había empezado a matar a todo el que lo viera. Cuando el corazón del padre se detuvo por mirar el semáforo y el de la madre por ver la sangre que le manaba de la nariz, el niño se transformó en una bomba. Hasta que se vio en el retrovisor. Llovieron aviones, y fue imposible contar los cuerpos que habían caído al levantar la vista a una publicidad de Coca Cola, o McDonald's; o Toyota o Shell, o Nestlé o Nintendo, o CNN, o Exxo

Millennial 29 (Hdytto)

La cabeza de Hdytto explota en millones de diminutos fragmentos: la visión de Dédalo fue demasiado para su conexión defectuosa. Una burbuja de aire caliente sube rápidamente a la superficie del mar (si es que tal superficie existe). La manguera asesina da un latigazo, pero luego serpentea delicadamente, hasta volver a quedar en posición de reposo. El cuerpo flota en la posición que mantenía desde que abrió los ojos, con la salvedad del arco de la espalda ligeramente inclinado hacia adelante. El interior del casco, que se ha abierto como un huevo, está completamente vacío. Antes de que la manguera vuelva a la inmovilidad, y mucho antes de que los Otros planten otro Panóptico a través de ella, cuatro ojos se abren con ideas nuevas. Dos Panópticos siameses resultan ser los más compatibles con la anterior predilección programática de Hdytto: W.I.T.S. ( What is this shit?) el viejo, y C.I.S.T.O.F. ( Can I set this on fire? ) el joven. El primero odia al segundo porque ha vivido más que é

Millennial 28 (Perro-Mosca I)

BLACKENED WATERS. Pisadas cuadrúpedas se dibujan lentamente en la arena. El mar a un costado está tan tranquilo que podría confundirse con una laguna. El delicado oleaje color obsidiana fluye y se retrae lentamente, ayudado por múltiples lunas, apenas visibles en el cielo gris. La nariz no sabe muy bien lo que busca, pero disfruta de la humedad cíclica de la arena cristalina. Inunda el aire un devastador olor a aceite y plástico quemados, que la nariz apenas percibe, pues son olores que ha sentido desde su nacimiento. Puede ser que en un principio hubiese estado siguiendo el olor de un conocido, pero le es imposible estar seguro ahora. La marea juega a perseguir sus huellas sin alcanzarlas nunca. Una de sus patas se hunde sospechosamente en la arena, y se la queda mirando unos segundos. Mueve sus colas rojizas con el gesto automático de alertar a la manda de que ha encontrado algo interesante, pero está demasiado lejos como para que alguien lo vea. Cree escuchar un chirrido viniendo

Millennial 27 (Ebanista)

En lo profundo de un bosque se escucha un tango siendo silbado. Un hacha, enorme para las manos que la esgrimen, golpea la base tajeada de un pequeño laurel siguiendo la repetición de las notas más largas del estribillo. “El laurel caerá a la nochecita”, piensa la cabeza que sincroniza ambos actos al dejar el hacha cuidadosamente apoyada contra el tronco.

Millennial 26 (Gabriel B)

Vuelve a subirse a la caja de la camioneta y reza porque sus avejentadas entrañas metálicas soporten al menos una fracción del resto del viaje. El óxido y la pintura roja se mesclan en los ojos de los dos buitres a los que les han llamado la atención, al tomar velocidad. Pronto vuelven a zambullirse en la única ruta que atraviesa ese desierto espinoso, in a perfectly straight line . El sol hiere los ojos, y el aire que desplaza la camioneta la hace llorar, pero aun así ella prefiere viajar en la caja, aunque lo tenga que hacer mirándose los pies. De todas formas no habría demasiado que ver: cactus enanos, arena y tierra, rocas, como mucho algún animalito demasiado temeroso como para ser apreciado por más de unos segundos a la vez. Sí se esfuerza por mirar hacia el costado puede ver dentro: una de sus amigas y su novio van adelante, Gabriel es el que maneja. Su otra amiga va dormida en el asiento de atrás, disfrutando hasta el último centímetro del lugar que le dejó ella al pasarse

Millennial 25 (Átropos, Cloto y Láquesis)

Cloto: Qué se yo. Yo ya no puedo sin Wagner de fondo. Láquesis: Y ahora decime que si te falta un whisky tampoco podes, pedazo de cliché. Tres escritores comentan el contexto situacional de sus actos creativos. Átropos: Lo mío tiene más que ver con el ruido de ambiente. (Señala con ambas manos los ruidosos alrededores del café en el que se encuentran) Láquesis: Igual de cliché pero bastante más aceptable. Todo eso del escritor como genio solitario siempre me pareció una boludez. Átropos: Ni hablar, pura secuela romántica. Cloto: Probablemente es de esas cosas que se arrastran viste. (Le dice a Láquesis mientras Átropos llama a una moza para pedirle más medialunas). De pibe haces fuerza por crearte un ambiente que te convenza a vos mismo de que lo que estás haciendo es importante, una especie de ritual. Láquesis: Y lo terminas arrastrando. Cloto: Totalmente. ¿Y con el tiempo lo automatizas no? Sin querer pecar de conductista. Átropos: Puede ser, pero convengamos en qu

Millennial 24 (La suicida II)

Los ojos que le devuelven la mirada son dos abismos. En uno una serpiente muerde una manzana, en el otro un niño recibe una bala plateada entre los ojos, con los brazos abiertos, como si hubiera intentado detenerla abrazándola. La hierba alrededor de los abismos se ha marchitado, intoxicada por químicos innombrables. Ahora negro ahora rojo, el contorno de sus pupilas cambia en un ciclo inalterable de uno a otro. El negro enmascara el rojo, pero el rojo simple vuelve a florecer, y a veces llega tan lejos como a los labios, y los tiñe. Pero los labios una y otra vez quedan en el filo de un vaso o se maculan del roce de otros químicos, y quieren ser blancos frente al espejo y existir en el mismo plano que el niño pálido, lejos de la serpiente devoramundos. Pero fallan. Las manos se los hacen saber. La bala aparece una y otra vez dentro del campo gris detrás de los ojos, volando azarosamente, descabezando flores una a una. Desearía ser el último ser humano en sentir lo que sienten las f

Millennial 23 (Masamune I)

La luz que se filtra por las pequeñas ventanas forma columnas que cortan el ambiente, de otra forma penumbroso, de un cine abandonado. Un puñado de vacilantes notas de violín surcan el aire, repitiéndose una y otra vez. Una puerta se abre y la luz hace patente el desplazamiento del polvo. El violín sigue tocando unos instantes, ajeno a la nueva presencia, pero no tarda en callar abruptamente. Desde el fondo del cine, donde la luz apenas llega, se escucha un golpe y un insulto en un idioma irreconocible. Quién ha entrado señala que le han indicado que hablara por alguien llamado Masamune. Una voz que no puede pertenecer más que a un niño señala que puede acercarse. El visitante recorre la parte delantera del cine desde la derecha, atravesando las columnas, y se sorprende por la cantidad de objetos disimiles que hay regados por sobre las butacas: pinturas, relojes, adornos de bronce, espadas y palos de golf de los más diversos tamaños, flores de plástico, vasijas, animales disecados, y

Millennial 22 (Aleatoriedad)

Dentro de una bolsa de plástico un pan dulce ( godly delight ) comprado en oferta comienza a secarse. También lo hacen los labios de un bebé a menos de una cuadra, que está a punto de llorar. Su llanto llamará la atención de una anciana experimentada en tener nietos, y le recordará la experiencia de ser madre primeriza. Lo mismo habría recordado Hannah Ayscough en 1646, al mandar a su hijo de tres años a vivir con su abuela por mandato de su segundo marido. La teoría corpuscular de la luz no sería entonces más que un sueño dentro de la mente del pequeño. Esa misma teoría le ayudaría a entender a aquel otro niño (bastante mayor que él) el origen del arcoíris que observaba ahora desde el interior de un automóvil estacionado frente a una florería, si hubiese podido comprenderla. Algunos crisantemos de los colores del fuego esperarían ansiosamente ser envueltos en papel platinado y expuestos ante la mirada solar de una enamorada que los agradeciera con un beso todavía más rojo. El agua

Millennial 21 (Carnifex I)

Carnifex llegó a la Tierra hace 25.540 años. La inminente destrucción de su sistema planetario en Andrómeda VI obligó a su especie a enviar parejas de colonizadores a diferentes puntos de la galaxia con la esperanza de reformar un imperio azolado por guerras internas. Haciendo uso de su avanzada tecnología el plan pareció dar resultado: the apex predators of his race fueron desmaterializados en su planeta de origen, transformados de materia a energía, y enviados a través del espacio a planetas que se pretendían deshabitados, pero su compañera falleció en el trayecto. En algún momento de los dos millones y medio de años que viajaron a la velocidad de la luz su información constitutiva se corrompió, y lentamente se disolvió en la siempre cambiante energía del cosmos. De los dos enviados solo Carnifex llegó a la Tierra, una mañana helada de otoño: él también había perdido algo en el camino. Lo que causó la inexplicable explosión que removió a los pájaros de sus nidos no era el mismo Ca

Millennial 20 (Aleatoriedad)

El peso de una gota de agua separa a la hoja seca de su tallo. La hoja cae en ángulo siguiendo la curvatura del redondel rojo de una señal de STOP , que un diminuto par de ojos color almendra miran sin ver, ocupados como están por llegar a tiempo al trabajo. El auto dobla en perfecta segunda y cruza velozmente el puente sobre el arroyo en el que está bebiendo un perro. A trecientos metros otro perro que también bebía del arroyo intercepta una botella que ve flotando. Algunas gotas de líquido oscuro salen volando de su interior cuando el perro se sacude, y su fuerte olor lo obliga a dejar la botella no muy lejos. Una bicicleta la pasa por encima y su rueda delantera pronto apunta perpendicularmente al arroyo. La uña de uno de los dedos gordos de los pies de quien pedalea finalmente rompe una de sus medias. Los colores de las medias son los mismos que los de la mochila de Dragon Ball . Dentro de la mochila, dentro de un frasco de mermelada con agujeritos, dentro de la araña allí encerra

Millennial 19 (Aleatoriedad)

Burning up your brain like a piston . El fin de semana de ambos será arruinado por la lluvia, pero no la misma, porque viven en diferentes puntos de la ciudad. Los vecinos de piso de abajo de alguno de los dos desafiaran al clima dando una fiesta, cuya música durará exactamente hasta las 5:55 de la mañana del domingo. El otro advertirá que los tres hijos de un amigo se han resfriado todos a la vez, por lo que consigue escuchar a través del teléfono. Uno de los dos pegará un jabón que se acaba con otro nuevo, y recordará las clases de química de la secundaria. Es el mismo que se pasará la mayor parte de esos días libres poniéndose al día con una serie. Extinction is the rule.   En un táper en alguna de sus heladeras un guiso de lentejas deja de ser apto para el consumo. Una rata que no se mostrará hasta dentro de algunos días lo degustará directamente desde el tacho de la basura. No habrá tenido crías, pero habrá vivido hasta el límite de su esperanza de vida. Una plaza ubicada

Millennial 18 (Ferdinand II)

La catástrofe climática lo encontró en pésimas condiciones. Su paso por la ciudad, que no debía durar más de un fin de semana, se había transformado en una semana completa. Y no podía evitar pensarlo como algún tipo de castigo divino: lo que lo había llevado a Connecticut había sido la puesta en venta de una casa que había pertenecido hasta hacía algunos meses a una vieja tía suya, hogar humilde que por su ubicación valdría buen dinero, pero que de un momento a otro se había convertido en su prisión. No había pasado mucho antes de que el frío se comenzara a filtrar hacía dentro. Los meses que había permanecido desocupada habían sido suficientes para que no quedara en ella nada de valor que no hubiesen tomado sus primos: ni relojes ni fotos, ni platería ni adornos de bronce, ni gas ni luz. El primer día descubrió que lo único que todavía funcionaba era la canilla de la cocina, de la que salía un agua tan helada que le hacía doler los dientes. Lo descubrió al volver apuradamente sobre

Millennial 17 (Hdytto VI)

El colchón, que había quedado tras él al levantarse, está de repente envuelto en llamas que lamen el cielorraso. El fuego se vuelve rápidamente blanco y se genera una pequeña pero enceguecedora explosión. - Así que vamos a tener que pedirles, nuestros adoradisimos, queridísimos, generosísimos Panópticos, que lleven a cabo una pequeña, ínfima, insignificante, migración. - La voz parecía venir de ningún lado, hasta que se aplacó el humo blanco.   - Ya algunos de ustedes habrán notado que ciertos “canales” no están funcionando como es debido, y que ciertos Panópticos han procedido a tomar el problema en sus propias manos. Es una cuestión de recepción. El humo se disipó para dejar ver que ahora se encontraban en Egipto, sobre la cabeza de la Esfinge, Dédalo ahora vestía un slip y una remera de Motörhead y estaba estirado en una reposera, todavía fumando el mismo cigarrillo. Su maquillaje de mimo permanecía intacto. - Queremos brindarles el mejor servicio posible, así que les sol

Millennial 16 (Hdytto V)

En una habitación completamente vacía hay un colchón apoyado contra una pared. Alguien pone una silla frente a él y se queda mirándolo unos segundos, hasta que gira la cabeza, como si hubiese escuchado una respiración: - ¡Oh! ¡Discúlpenme! No sabía que estaban acá. Soy el Dr. León da David, pueden decirme Dada, Dadá, o Dédalo, como ustedes mejor prefieran. Levantando la mano en orden, díganme sus nombres. Dédalo, vestido con un traje negro y con la cara pintada como mimo sonrió de oreja a oreja, siguiendo su pregunta con un gesto alentador de sus manos, que giraron en el aire algunas veces. Se escuchó un silbido que se volvió cada vez más agudo, hasta desaparecer. En algún punto de esa onda de alta frecuencia Hdytto tenía le seguridad de que había sido nombrado. - Se preguntaran a que se debe esta inesperada interrupción de nuestra programación habitual. - Dice con la mitad de la boca, porque con la otra aprieta un cigarrillo que prende con presteza.      - Bueno, es menos com

Millennial 15 (La niña lunar)

Una niña patina en la superficie de la luna. La baja gravedad la hace parecer mayor de lo que es. Sus patines emiten una luz violácea que corta la gris superficie lunar (aún más gris que la cinta magnética sobre la que se desliza). Sobre ella un domo de cristal la aísla de la noche perpetua. Tiene la impresión de que la constelación Ofiuco la sigue. Se mueve lo suficientemente rápido como para dejar una delgada estela de polvo lunar a su paso, de la que cubre sus ojos con anteojos de aviador. Su “ comet tail ” se interrumpe cuando entra a uno de los túneles que conectan subterráneamente los domos. Los destellos violetas parpadean con cada fugaz contacto de sus patines contra la cinta. Gana velocidad y sale disparada del otro lado, elevándose unos centímetros por sobre el suelo para luego reacomodarse con ambos pies. En sus oídos suenan toda clase de pitidos electrónicos, salidos de un auricular con forma de caracol que cubre toda su oreja derecha. El hacinamiento del aire del domo

Millennial 14 (Wdygfy)

Cada casco es un microcosmos apretado, a quasi-perfect sphere, full of folds and corners . The helmet has its own language for testing the structure and consistency of the world. Bajo él Wdygfy tiene brazos cortos que apenas le llegan al vientre, y aún más abajo piernas largas, pretty much filaments , con las que podría deslizarse surcando el agua con un pataleo desparejo, como un espermatozoide rosa y cabezón. Su vientre está abultado de ficciones, como si la luz de su proyector hubiese sido una red con la que capturara las diminutas almas de algún tipo de plancton. Wdygfy es una anglerfish, pura anger-fish , condenada a una inanimidad infértil, a una eternidad que se come con los ojos. En el centro del casco está una fracción de un universo siempre divisible. Un cowboy diminuto monta el electrón siempre en movimiento de un átomo de helio. Sacude su sombrero en el aire y cree que lo jinetea. Pero el átomo es uno y son muchos, y vibran en silencio, abrazados los unos a los otros, po

Millennial 13 (Ofidios)

Abandonó la cueva al amanecer con la lanza en alto y las piernas descansadas, pero ahora vuelve arrastrando su peso. De sol a sol recorrió la llanura desierta, y no se ha cruzado con ningún otro ser vivo. Algunas nueces y frutas en diferentes estados de fermentación se agolpan colgadas en su cintura, pero no ha conseguido nada más. Pronto serán los únicos en aquella vastedad inmóvil, y no puede evitar imaginar a su hijo persiguiendo sombras en lugar de ciervos; intentando espantarse de los ojos las manchas del hambre, y del vientre la hinchazón desfiguradora. Llega al umbral de la cueva con los hombros pesados y los brazos vencidos, la poca energía que le quedaba se esfumó con las últimas luces, pero su mujer no debe saber que le gritó al sol hasta que se quedó sin aire.  Y la encuentra cerca de la entrada, con su hijo en brazos. Un fuego alto de esperanza crepita contra una de las paredes interiores, negra por las noches de llanto del pequeño. Una vez más no habrá nada que asar. U

Millennial 12 (Ferdinand I)

En 1888 pasaron pocas cosas memorables: un filósofo alemán escribió su última obra y se internó por locura sifilítica, un impresionista se cortó una oreja, un poeta nicaragüense le puso a su obra un nombre que también es un color, se inventó el submarino y una rueda de goma, y hubo un terremoto flojito en el Río de la Plata. Nada la gran cosa, y quizás de todas ellas, la más nimia es la que mantiene a Ferdinand van Blue encerrado en su casa. Han nevado ciento veinte centímetros en cuatro estados estadounidenses, y Connecticut se ha llevado la peor parte. Sumando a los vientos de setenta kilómetros por hora no podía ni abrirse una ventana para ver el estado de la situación, y la situación de Ferry (como lo llaman sus pocos amigos) no podía ser, justamente, mucho peor.  

Millennial 11 (La suicida I)

Algo de la mujer quedaba, incluso cuando movieron el cadáver, pegado al suelo de la estación. Además del poncho y la ropa de entre casa, además del rímel y el labial mutilados, tenía las manos llenas de anillos. En su última parada su mano derecha se había quebrado como si hubiese estado hecha de ramas secas, y uno de sus palidísimos dedos había saltado por el aire, arrancado como una flor de una maseta vieja. Uno de dos jóvenes posibles lo encontraría por accidente, ambos universitarios habidos de alcohol de mala marca e historias a medio contar, ambos tan jóvenes que sus barbas recién empezarían a florecer. El que lo encontró lo pateo en la oscuridad, con el tipo de patada que puede propinar un andar desbalanceado. Sus propias manos estaban llenas de anillos, por lo que la agudeza del sonido metálico le resultó familiar. Todavía unido al dedo el anillo no viajo muy lejos, por lo que el joven pudo ubicarlo rápidamente y recogerlo. ¡Que grata sorpresa le fue encontrar lo que encontró!

Millennial 10 (Hdytto IV)

Hdytto siente que ya ha visto esa ficción, pero también sabe que la repetición inconsciente es rara pero posible. Lo suyo no son tanto los Déjà vu  como el recuerdo real de una memoria insignificante: como recordar vívidamente que uno se ha atado los cordones de la misma manera el día anterior. Ciertas ficciones uno las ve más de una vez, y no hay nada que hacer. La segunda vez puede ser por olvido o por cariño, pero generalmente implica que habrá una tercera. What doesn't kill you …     Lo que realmente le llena el casco de preguntas es como ha podido olvidarse de la mujer rubia. Repasa mentalmente la imagen de ella flotando en el espacio blanco antes del fade to black y el comienzo de su narración, y no puede evitar sentirla familiar. Algo sobre su forma de hablar le hace sentir ese dulce ablandamiento del cuerpo que anuncia un fenómeno totalmente opuesto, pero la contemplación le dura poco: tiene prohibido imaginarse a sí mismo flotando en el vacío. Natura solve et coagula ,

Solve et Coagula

En una infinidad blanca flota una mujer rubia, en posición fetal. Desnuda salvo por un par de medias de encaje rojas, mantiene sus enormes ojos ámbar perdidos en la nada que la rodea (Coagula). Las líneas de su palidísimo cuerpo se pierden contra el vacío mientras continua su deriva inalterable, hasta que una ceja se alza, y la cabeza la acompaña reprobatoria, como si se acabara de escuchar una estupidez: - Todavía no entiendo porque no cogieron. - Tenía hambre. Algunas cosas son más necesarias que otras. - Igualmente, ¿no podías cogerla y después comértela? - No pude contenerme. Raramente encuentro presas tan apetitosas. - No tenés remedio cornudo… bueno, ahora me toca a mí. Te voy a contar de la vez que chupe una pija en frente de millones de personas. - ¿Millones? La pregunta llega desde otra infinidad, emitida por un ser que no puede describirse a sí mismo, y que por lo tanto permanece invisible a la imaginación de la mujer, que solo se figura cuernos (Solve).  - Q

Millennial 8 (Ebanista)

La briza suspende a la mariposa en el aire: se filtra por sus alas porosas, como por un pullover de lana. Sus patitas saborean el dulce que trae de un algodón de azúcar, recién hecho, no muy lejos, cuyo rosa se mescla con el vermilion de un atardecer recién nacido. Un pelotazo arranca a la mariposa de su vuelo y la deja en el suelo en pedacitos retorcidos. Pequeños pies pisan a las hormigas que querían reclamarlos. El algodón de azúcar se quema. La ciudad se quema. Al caer la noche solo quedan carbones mustios, ecos de corridas, y labyrinthine starlight.

H.D.Y.T.T.O.

S.E.C.

Millennial 7 (Wdygfy)

There's a darkness lurking in the back of my head. Aunque lo intenta no puede quitarse de la cabeza la idea de que arriba hay alguien (¿los Otros?) que arregla su manguera, pero no puede pensar mucho más allá, como un hombre prehistórico que no puede contar más cosas que la cantidad de sus dedos. Si el pensamiento del “exterior” se filtrara le explotaría la cabeza. Sin ningún tipo de ceremonia. Afortunadamente consigue poner su atención en algo mucho menos interesante y la idea se le escapa: un buzo exactamente igual que él, pero de color rosa, pasa al borde de su campo de visión ( is this war?) dando pequeños saltos con ambas piernas a la vez. Su proyector está apagado, y sus brazos estirados al frente, como si intentara mantener buen equilibrio tras cada saltito. No hay ningún tipo de comunicación. El buzo azul parece haberla visto por equivocación (decimos “ella” porque tiene un moñito también rosa a un costado del casco), pero ella no le dirige la mirada, y desaparece ta

Millennial 6 (Aleatoriedad)

What the fuck-is-all-this for!? En el mismo momento en el que un treintañero sale de trabajar limpiando inodoros en un McDonalds una pareja de topos copula en un túnel que atraviesa toda la ciudad. El travesti que le pide un cigarrillo es más alto que él y es rubio, y está completamente vestido de jean azul: la campera de cordero envuelta en jean deja entrever su ombligo antes de que la piel desaparezca en una minifalda también de jean. Cuando da la primera pitada aprovechando el espacio de su boca en el que le falta un diente, un dentista muere en Thailand . Los zapatos que está usando son también tailandeses, también de jean, pero hasta hace unas semanas no eran suyos. En una novela que ha leído uno de los compañeros del treintañero matan a un travesti mientras lee poesía en un pub. Lo había tenido que leer obligado por uno de sus hermanos, porque lo había escrito un amigo. En realidad lo ha escrito ese hermano, pero ha mentido para tener una opinión sincera. Su seudónimo esta

Millennial 5 (Hdytto III)

Fight fire with fire. La inmensidad azulada transforma al buzo en un pinocho metálico. Un pinocho metálico que lanza rayos de luz por los ojos, y cuyo hobby es flotar a la deriva, lanzando rayos de luz por los ojos. En tal tarea se encuentra cuando siente un leve movimiento en el agua alrededor suyo, tan leve que primero tiene la impresión de haberlo imaginado, y después se le ocurre que debe tratarse de la reparación de su manguera de oxígeno. 

Millennial 4 (La suicida)

Una mujer se tira de la terraza de un edificio. Set the world on fire. El edificio da a una avenida, la avenida tiene nombre de muerto, y pertenece a una pequeña ciudad blanca en un pequeño país argento. La mujer está temblando, pero no sabe si hace frío. Por las nubes que acompañan su humor intuye que sí, pero no puede estar segura, envuelta como está en un poncho empapado en gasoil. Qué la ha arrastrado allí poco importa, lo importante es que se prende un cigarrillo y le da una pitada de labial corrido. Sus ojos son apenas dos puntos verdes tras las cortinas de rímel. We all know how we’re going to die baby.    El cuerpo que nadie tiene la decencia de ver caer lo hace con la gracia de un fuego artificial, la única diferencia es que este fuego es el único que escucha su silbido, y es lo último que escucha. Nada de esa estupidez de que uno se desmaya al arrojarse al vacío ( we’re gonna burn ): ni siquiera envuelta en llamas puede cerrar los ojos. El verde da contra el gris y todo

Millennial 3 (El Rojo II)

I can’t feel pain, I can’t feel fear . Una gota de sangre cae de la mano de un infante. El puño se mantiene firme en el aire, todavía apretado. Ha roto una ventana sin motivo aparente. Quizás eyaculó algo de la furia que heredo de sus padres, furia con la que se siente hermanos, furia sinsentido, tan pura como él mismo. Quizás se devolvió la mirada en la superficie espejada, y no se reconoció, o quizás vio que alguien lo miraba detrás de su mirada. La gota cae roja, el suelo vibra de pisadas y corridas cuando llega a él, el aire entre el puño y el suelo está caliente de risas y regaños, la gota cae por la misma gravedad que encorva los hombros del niño cuando se da cuenta de lo que ha hecho. Blood, milk & sky. La lágrima más pura es la que ya ha sido derramada, y no hay alarido más grave que el de una juventud que odia todo en lo que se transformará. Las vidas pasadas le escapan por la boca ( death before I get dishonored ): el niño cae rojo, y todo es “a tale told by an idiot,

Millennial 2 (Hdytto II)

Ideas extrañas se le aparecen como flashes de luz, cuando falta su mínima dosis de aire. Desde su parcela en ese cementerio azul empieza a sentir su propia tridimensionalidad al deslizarse hacia la inconciencia: de alguna forma se desmaya hacia la vigilia. Quizás sí. Se arrastra, “fuera de la pantalla”, if only seconds at a time. Hace el camino inverso. Quizás sienta el peso del océano, o aprenda a estirar los brazos (siquiera en un gesto desesperado), la cuestión es que se concebirá dentro de un sistema más grande y, principalmente, más complejo que los cuatro hemisferios que limitan la proyección de su casco. Y aún no se le ocurre… pero los Otros (they are the nobodies) son, probablemente, tan complejos como se considera a sí mismo. No lo sabe porque no se ha planteado siquiera la pregunta: nadie la ha pre-masticado como las ficciones que consumen, que son lo único que ellos podrían ver como diferencias. Una estupidez (and now, i’m going to read from the bi-ble) un poco menos

Millennial 1 (Hdytto I)

… is done : Está tan lleno de rage , tan lleno de smoke , de semen . Cuando se “corta” internet es como si se cortara la circulación de aire, la respiración, de un traje de buzo de los 30s. Si se le planteara la elección, elegiría siempre tener la cabeza sumergida. El fondo del mar es siempre mejor que la realidad. No estar sumergido duele. No estar sumergido llena la cabeza del oxígeno que necesita para pensar, para proyectar, para desear ser mejor de lo que se es. Pero él está tan lleno que pensar duele.  What an awful sight to see three generations dining at the same table . Dentro del traje, estando en el fondo, no puede verse más allá de algunos metros, dependiendo de la turbulencia de las corrientes submarinas. Es una bendición, esta materialización de la miopía. En el casco de buzo bien podría haber un proyector, que iluminara con una tenue pantalla de luz el suelo oceánico. Un proyector que trajera consigo más azules que ese único azul, más vidas que las del que viste el tra