Hoja en
blanco. El perro negro ladra a los hombres vestidos de rojo. Ladra, para quien
lo viera en la distancia, a coloridos globos rojos, flotando a algunos pies del
suelo, empujados por una perfecta briza invernal. La baba del perro cae sobre
el terso césped verde. Las gotas caen espesas y reposan sobre la superficie
elástica de la hierba. Algunas de ellas son rápidamente absorbidas y robándole
al césped su tinte azulado reflejan el océano en la altura. Saltando de diestra
a siniestra el perro no deja de ladrar a aquellos que ahora se internan en un
inmenso campo de girasoles. Los girasoles parecen seguirlos con la mirada,
formando tres círculos que se desplazan junto a ellos. Asoma el hocico del
perro cada vez que intenta saltar sobre los gigantes dorados para no perder de
vista los globos. Los hombres se detienen al ingresar en un triángulo de tierra
sin girasoles. En medio del triángulo se yergue una columna de marfil blanco,
de la misma altura que los girasoles, y sobre ella un alfiler, blanquísimo también,
que flotando a un palmo de la columna apunta al norte. El perro deja de ladrar.
Los globos se acercan al alfiler sin detenerse y formando fila se presionan
unos a otros contra el extremo sin punta. Una vez que todos reventaron el perro
orina la columna.
To Dylan Thomas, the bluffer. Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn. Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.
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