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To Phie / A Fi

To Phie I was never meant to be a writer. I was meant to be born in the darkest part of the Middle Ages, from a little village nested on some old-as-hell floppy mountain, summoned to fight the wars of the bourgeoisie. Tied by an “on the bread-line” salary, a shovel, a hoe (or two) and a tirelessly working farmer girl named something stupendously common like: Josephine. Pregnant with a child I would never meet when it was my time to go die for the opulent dreams of some blonde inbreeds. Short of sight, so no archery, I would’ve been sensible enough to die a quick death on some forgettable frontline surrounded by some close last-night-earnings-thrown-to-the-wind “comradees”, and not from cholera or syphilis, with enough acquaintances, to carry the news back home, having some chubby baby called (as shamelessly as I was) something or other: Cristianson .    --- A Fi   No se suponía que fuera escritor. Debí haber nacido en la parte más oscura de la Edad Media, en un ...

También el jugador es prisionero

   Apoyó la mano sobre el mármol frío y sus dedos todavía húmedos dejaron cinco cicatrices translucidas. La tenue luz que se filtraba por la persiana a media asta cargaba el monoambiente de un gris que emulaba el de la mesada que acababa de rasgar. Afuera otro chaparrón veraniego parecía inevitable.   Un rayo de luz se dobló en su iris en el ángulo correcto como para, por una fracción de segundo, hacerlo alucinar un fantasma sentado en la silla de la computadora. Una tosca fotografía de él : pura silueta, puro recuerdo subconsciente del contacto de su piel. Lo corrió de su lugar y, todavía semidesnudo, se sentó a terminar de leer el poema de Ascasubi. El examen final que estaba preparando, y algunas otras cuestiones, lo tenían lo suficientemente ansioso como para haber necesitado aquella ducha en primer lugar. Toda la cosa le estaba llevando mucho más tiempo del que estaba dispuesto a reconocer y hacía relativamente poco que al amparo de la mitología borgiana sobre los...

Máquinas Salvajes VIII

VIII Llegado este punto el lector podría reprocharle al autor sobre la validez de analizar las figuras quasi-enteramente literarias (siempre quasi) del vampiro y del zombi como maquinas salvajes, o siquiera su utilidad en el análisis del viejo engranaje del miedo de la maquina humana. Podrá no ser tan evidente, pero ¿no son acaso estos tropos , estos personajes, sus ideas y el lenguaje que se usa para articularlos maquinas en sí mismas? ¿No son, como líneas de código, formas de la maquina humana de expresarse, con reglas internas y sistemas enteros de sentidos en constante tención? ¿Cómo engranajes? Si la lengua es una cosa viva, que evoluciona y se adapta, deberá permitírsele al autor hacerle extensivo el concepto que manejamos de “máquina salvaje”. Los engranajes siempre móviles de la máquina del lenguaje, sin temor a la tautología, se lo permiten. La insistente utilización de la etimología como motor de escritura no es un capricho. Pero el autor es de constitución pacífica; par...

Máquinas Salvajes VII

VII El modelo del cerebro “triúnico” propone, para explicar su evolución, una división del cerebro en tres partes interdependientes, cada una con su propio tipo de inteligencia especializada en el control de ciertos comportamientos. El mal llamado “cerebro reptiliano” es una de estas divisiones (junto con el sistema límbico, o “cerebro paleomamífero” y el neocórtex), e incluye el tronco encefálico y el cerebelo, encargados, en primera instancia, del control de los músculos, el equilibrio y las funciones autonómicas (latir del corazón, respiración). Y, según el neurocientífico Paul D. MacLean, propulsor del modelo, encargados también de los comportamientos más básicos para la supervivencia: agresividad, dominancia, ritos de cortejo, territorialidad. MacLean encuentra, a través de la neuroanatomía comparativa, que la capa más primitiva o baja del cerebro humano tiene un análogo en la estructura del cerebro de los reptiles, en la que prima, y de allí le da su nombre. Si bien numero...

Máquinas Salvajes VI

VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...