El revólver es la ilusión de control para quien percibe su mundo como en permanente desintegración, y es, de todos los objetos que lo rodean, el más rememorado. Calibre 22 Corto, fue regalado por quien profesara los métodos más extremos de aplacamiento de la inseguridad, cayendo en manos de quien, de otra forma, nunca hubiese sabido de su existencia. De ese recuerdo de primer contacto solo quedaría una mirada rápida por la mira corta apuntando a la punta del propio pie, el traspaso de una mano a la otra estimando un peso, el giro tosco de la cámara y la contemplación del brillo plateado junto a una fuente de luz, pero nunca el quite del seguro. La curiosidad habría pasado, tan solo dejando una nefasta potencialidad. De los seis espacios en su cilindro solo hay uno lleno, pero no podría precisarse cual. La única bala ha vuelto con insistencia a la mente (en conjunción con la fotografía de la laptop) de quien se esforzara por elegir una y otra vez la lentitud de la pipa y ...