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Millennial 12 (Ferdinand I)

En 1888 pasaron pocas cosas memorables: un filósofo alemán escribió su última obra y se internó por locura sifilítica, un impresionista se cortó una oreja, un poeta nicaragüense le puso a su obra un nombre que también es un color, se inventó el submarino y una rueda de goma, y hubo un terremoto flojito en el Río de la Plata. Nada la gran cosa, y quizás de todas ellas, la más nimia es la que mantiene a Ferdinand van Blue encerrado en su casa. Han nevado ciento veinte centímetros en cuatro estados estadounidenses, y Connecticut se ha llevado la peor parte. Sumando a los vientos de setenta kilómetros por hora no podía ni abrirse una ventana para ver el estado de la situación, y la situación de Ferry (como lo llaman sus pocos amigos) no podía ser, justamente, mucho peor.  

Millennial 11 (La suicida I)

Algo de la mujer quedaba, incluso cuando movieron el cadáver, pegado al suelo de la estación. Además del poncho y la ropa de entre casa, además del rímel y el labial mutilados, tenía las manos llenas de anillos. En su última parada su mano derecha se había quebrado como si hubiese estado hecha de ramas secas, y uno de sus palidísimos dedos había saltado por el aire, arrancado como una flor de una maseta vieja. Uno de dos jóvenes posibles lo encontraría por accidente, ambos universitarios habidos de alcohol de mala marca e historias a medio contar, ambos tan jóvenes que sus barbas recién empezarían a florecer. El que lo encontró lo pateo en la oscuridad, con el tipo de patada que puede propinar un andar desbalanceado. Sus propias manos estaban llenas de anillos, por lo que la agudeza del sonido metálico le resultó familiar. Todavía unido al dedo el anillo no viajo muy lejos, por lo que el joven pudo ubicarlo rápidamente y recogerlo. ¡Que grata sorpresa le fue encontrar lo que encontró!...

Millennial 10 (Hdytto IV)

Hdytto siente que ya ha visto esa ficción, pero también sabe que la repetición inconsciente es rara pero posible. Lo suyo no son tanto los Déjà vu  como el recuerdo real de una memoria insignificante: como recordar vívidamente que uno se ha atado los cordones de la misma manera el día anterior. Ciertas ficciones uno las ve más de una vez, y no hay nada que hacer. La segunda vez puede ser por olvido o por cariño, pero generalmente implica que habrá una tercera. What doesn't kill you …     Lo que realmente le llena el casco de preguntas es como ha podido olvidarse de la mujer rubia. Repasa mentalmente la imagen de ella flotando en el espacio blanco antes del fade to black y el comienzo de su narración, y no puede evitar sentirla familiar. Algo sobre su forma de hablar le hace sentir ese dulce ablandamiento del cuerpo que anuncia un fenómeno totalmente opuesto, pero la contemplación le dura poco: tiene prohibido imaginarse a sí mismo flotando en el vacío. Natura solve et...

Solve et Coagula

En una infinidad blanca flota una mujer rubia, en posición fetal. Desnuda salvo por un par de medias de encaje rojas, mantiene sus enormes ojos ámbar perdidos en la nada que la rodea (Coagula). Las líneas de su palidísimo cuerpo se pierden contra el vacío mientras continua su deriva inalterable, hasta que una ceja se alza, y la cabeza la acompaña reprobatoria, como si se acabara de escuchar una estupidez: - Todavía no entiendo porque no cogieron. - Tenía hambre. Algunas cosas son más necesarias que otras. - Igualmente, ¿no podías cogerla y después comértela? - No pude contenerme. Raramente encuentro presas tan apetitosas. - No tenés remedio cornudo… bueno, ahora me toca a mí. Te voy a contar de la vez que chupe una pija en frente de millones de personas. - ¿Millones? La pregunta llega desde otra infinidad, emitida por un ser que no puede describirse a sí mismo, y que por lo tanto permanece invisible a la imaginación de la mujer, que solo se figura cuernos (Solve).  ...

Millennial 8 (Ebanista)

La briza suspende a la mariposa en el aire: se filtra por sus alas porosas, como por un pullover de lana. Sus patitas saborean el dulce que trae de un algodón de azúcar, recién hecho, no muy lejos, cuyo rosa se mescla con el vermilion de un atardecer recién nacido. Un pelotazo arranca a la mariposa de su vuelo y la deja en el suelo en pedacitos retorcidos. Pequeños pies pisan a las hormigas que querían reclamarlos. El algodón de azúcar se quema. La ciudad se quema. Al caer la noche solo quedan carbones mustios, ecos de corridas, y labyrinthine starlight.

H.D.Y.T.T.O.

S.E.C.

Millennial 7 (Wdygfy)

There's a darkness lurking in the back of my head. Aunque lo intenta no puede quitarse de la cabeza la idea de que arriba hay alguien (¿los Otros?) que arregla su manguera, pero no puede pensar mucho más allá, como un hombre prehistórico que no puede contar más cosas que la cantidad de sus dedos. Si el pensamiento del “exterior” se filtrara le explotaría la cabeza. Sin ningún tipo de ceremonia. Afortunadamente consigue poner su atención en algo mucho menos interesante y la idea se le escapa: un buzo exactamente igual que él, pero de color rosa, pasa al borde de su campo de visión ( is this war?) dando pequeños saltos con ambas piernas a la vez. Su proyector está apagado, y sus brazos estirados al frente, como si intentara mantener buen equilibrio tras cada saltito. No hay ningún tipo de comunicación. El buzo azul parece haberla visto por equivocación (decimos “ella” porque tiene un moñito también rosa a un costado del casco), pero ella no le dirige la mirada, y desaparece ta...

Millennial 6 (Aleatoriedad)

What the fuck-is-all-this for!? En el mismo momento en el que un treintañero sale de trabajar limpiando inodoros en un McDonalds una pareja de topos copula en un túnel que atraviesa toda la ciudad. El travesti que le pide un cigarrillo es más alto que él y es rubio, y está completamente vestido de jean azul: la campera de cordero envuelta en jean deja entrever su ombligo antes de que la piel desaparezca en una minifalda también de jean. Cuando da la primera pitada aprovechando el espacio de su boca en el que le falta un diente, un dentista muere en Thailand . Los zapatos que está usando son también tailandeses, también de jean, pero hasta hace unas semanas no eran suyos. En una novela que ha leído uno de los compañeros del treintañero matan a un travesti mientras lee poesía en un pub. Lo había tenido que leer obligado por uno de sus hermanos, porque lo había escrito un amigo. En realidad lo ha escrito ese hermano, pero ha mentido para tener una opinión sincera. Su seudónimo esta...