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Millennial 11 (La suicida I)

Algo de la mujer quedaba, incluso cuando movieron el cadáver, pegado al suelo de la estación. Además del poncho y la ropa de entre casa, además del rímel y el labial mutilados, tenía las manos llenas de anillos. En su última parada su mano derecha se había quebrado como si hubiese estado hecha de ramas secas, y uno de sus palidísimos dedos había saltado por el aire, arrancado como una flor de una maseta vieja. Uno de dos jóvenes posibles lo encontraría por accidente, ambos universitarios habidos de alcohol de mala marca e historias a medio contar, ambos tan jóvenes que sus barbas recién empezarían a florecer. El que lo encontró lo pateo en la oscuridad, con el tipo de patada que puede propinar un andar desbalanceado. Sus propias manos estaban llenas de anillos, por lo que la agudeza del sonido metálico le resultó familiar. Todavía unido al dedo el anillo no viajo muy lejos, por lo que el joven pudo ubicarlo rápidamente y recogerlo. ¡Que grata sorpresa le fue encontrar lo que encontró! El dedo apenas se sostenía a los delgados bordes metálicos, por lo que fue fácil separarlos y arrojarlo a este al cordón de la calle. His fear was raw and terrible until the day he discovered that greed soothes fear. El anillo era de plata, se notaba por algunas manchitas de óxido verde que recorrían su interior. Y no había rojo, ni blanco, y no había mujer (a pesar de que él anillo era claramente de mujer), y no había más propietario anterior que una M. grabada con torpeza, y este joven se lo hiso notar al otro, que era rubio y más alto que él. ¡Que grata casualidad regalarle un anillo a quien llevaba tres y se debatía por la exageración de un cuarto! El joven rubio preguntó dos veces si realmente se lo había encontrado, y el primero lo afirmó y remarcó las posibilidades de su descubrimiento. Therefore, he welcomed greed into his mind, and greed, a ruthless competitor, soon crowded out all other thoughts. Poco después no hubo más charla sobre el anillo, y se volvió a debatir cuan atroz era la impuntualidad de alguien más. Y su otra única mención memorable fue cuando el joven de anteojos lo sintió contra el bolsillo de su jean al guardar las manos porque hacía frío. Y lo único que quedó de la mujer fue una feliz casualidad, y un dedo en el desagüe.   

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  To young Mark. Always with one hand ocuppied.   Children of thirty two try to tell me what is a good cigar and what isn’t. Me, who never learned to smoke, but always smoked; me, who came into the world asking for a light.   Me, who when asked by a waitress about the kind of beer I would prefer, sweet, sour, toasted or fruity, always respond: cold.   Me, who began going out when I was seven. Me, that have lived four hundred and fifty six weekends without throwing up once.   Me, who stole my parent’s condoms right after my last brother was conceived. Me, who came from the uterus dancing and when the nurses left the room, lighted a ciggy.

Millennial 15 (La niña lunar)

Una niña patina en la superficie de la luna. La baja gravedad la hace parecer mayor de lo que es. Sus patines emiten una luz violácea que corta la gris superficie lunar (aún más gris que la cinta magnética sobre la que se desliza). Sobre ella un domo de cristal la aísla de la noche perpetua. Tiene la impresión de que la constelación Ofiuco la sigue. Se mueve lo suficientemente rápido como para dejar una delgada estela de polvo lunar a su paso, de la que cubre sus ojos con anteojos de aviador. Su “ comet tail ” se interrumpe cuando entra a uno de los túneles que conectan subterráneamente los domos. Los destellos violetas parpadean con cada fugaz contacto de sus patines contra la cinta. Gana velocidad y sale disparada del otro lado, elevándose unos centímetros por sobre el suelo para luego reacomodarse con ambos pies. En sus oídos suenan toda clase de pitidos electrónicos, salidos de un auricular con forma de caracol que cubre toda su oreja derecha. El hacinamiento del aire del domo...

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VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...