Una
mujer se tira de la terraza de un edificio. Set the world on fire. El
edificio da a una avenida, la avenida tiene nombre de muerto, y pertenece a una
pequeña ciudad blanca en un pequeño país argento.
La
mujer está temblando, pero no sabe si hace frío. Por las nubes que acompañan su
humor intuye que sí, pero no puede estar segura, envuelta como está en un
poncho empapado en gasoil. Qué la ha arrastrado allí poco importa, lo
importante es que se prende un cigarrillo y le da una pitada de labial corrido.
Sus ojos son apenas dos puntos verdes tras las cortinas de rímel. We all know how we’re going to die
baby.
El
cuerpo que nadie tiene la decencia de ver caer lo hace con la gracia de un
fuego artificial, la única diferencia es que este fuego es el único que escucha
su silbido, y es lo último que escucha. Nada de esa estupidez de que uno se
desmaya al arrojarse al vacío (we’re
gonna burn): ni siquiera envuelta en llamas puede cerrar los ojos. El verde
da contra el gris y todo se vuelve rojo. La alquimia biológica siempre
transmuta lo rosáceo en blanco o rojo, lo descompone en sus componentes
básicos, y en este caso coexisten ambos.
El
poncho se apaga más rápido de lo que hubiera querido; allí a pocos metros del
surtidor de la estación de servicio. Tutti-fuckin-frutti.
Tan rápido se apaga que un auto no tarda en rodar sobre la desarticulada mujer,
y olvidado para siempre queda su plan de hacer explotar everything to shit. ¡Fuck!
Tras
detener el impacto de una caída de once pisos con el mentón, lo único que le
dedica quien acaba de arrollarla es un pisotón: el cigarrillo seguía prendido. Awful no es que la mujer se halla
suicidado (cuanto debe odiarse alguien para no advertir que exagera en su mutually assured destruction), awful es que lo que quede en la mente
del buzo sea que no fumó aquel cigarrillo. Apenas una pitada. Lo terrible es
que lo que le quede en la memoria sea la desarticulación de una imagen
estereotípica, y no la muerte de un personaje más humano que él mismo. If it ain’t dead it ain’t sexy. Las
mujeres y los niños primero.
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