Ir al contenido principal

Las bibliotecas

Las bibliotecas están repletas. Acurrucadas unas con otras ocupan dos paredes completas, con tantos libros en ellas que se necesitarían varios años para leerlos todos. Algunas son de un metal grisáceo, frío y brillante, otras de madera pulida y de estantes tan delgados que sorprende el peso que soportan.
Un tercer tipo de biblioteca se halla empotrada en la pared a la izquierda, junto al sillón. Es de roble negro, mucho más opulenta que sus hermanas, y de delicada fabrica a pesar de que los estantes superiores se han encorvado levemente. No podría decirse si su adquisición es anterior o posterior a las otras, puesto que no hay rastros de polvo en ninguna de ellas, y todas comparten volúmenes que dejan entrever hojas amarillentas, indistintamente. Aun así la predilección es clara. El empotrado y la ubicación denuncian la importancia de esa biblioteca en particular o de su contenido, o de ambos.
Entre los títulos de la sección media de la biblioteca negra los lomos dictan, azarosamente: Los anillos de Saturno, Sebald; El viejo y el mar, Hemingway; El largo adiós, Chandler; Boquitas pintadas, Puig; La oficina, Cousseau; La metamorfosis, Kafka. Y sobresale de la perfecta línea de libros Cicatrices de Saer, como si hubiese sido el último en utilizarse.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Rave

To Dylan Thomas, the bluffer.   Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn.   Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and  scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.

Máquinas Salvajes VI

VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...

Manuscript found in Lord Byron’s bookcase

                                                                                                                                                                                                                            To Percy, light upon his waterbed.     I’m the Scorpion King.   Beware, not the Camel King, nor, albeit my rattling ways, a snakish one.   My reign is a desolate wasteland which I, myself, have created. Where du...