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Millennial 30 (El Rojo)

Los primeros en darse cuenta fueron una pareja que miraba el atardecer. Sus cuerpos cayeron pesadamente a la arena desde lo alto del mirador. Eso fue poco segundos antes de que la mayor parte del tránsito mundial se detuviera.
En las capitales mundiales lo agresivo de los avisos publicitarios tomaron su parte, y en las zonas apartadas la vida silvestre fue suficiente: una flor, algún pajarito, un niño llorando, una manzana. Pero el verdadero problema era que el género humano ya llevaba la maldición dentro suyo, mucho antes de aquella pareja: el color rojo había empezado a matar a todo el que lo viera.
Cuando el corazón del padre se detuvo por mirar el semáforo y el de la madre por ver la sangre que le manaba de la nariz, el niño se transformó en una bomba. Hasta que se vio en el retrovisor. Llovieron aviones, y fue imposible contar los cuerpos que habían caído al levantar la vista a una publicidad de Coca Cola, o McDonald's; o Toyota o Shell, o Nestlé o Nintendo, o CNN, o Exxon. Y cada alarma o alerta se transformó en una masacre. Cualquiera que prendiera un cigarrillo, que apreciara una prenda, que abriera una heladera, que se levantara del sillón frente al televisor o que se quedara sentado, o que se ruborizara, falleció al instante. Los labios pintados se volvieron un arma de destrucción masiva y algunas pelirrojas asesinas en serie.
Las banderas de los países eligieron sus destinos y los nacimientos cesaron en minutos. Nunca una hormiga había sido tan peligrosa ni un tobogán sinónimo de muerte. El mundo les perteneció a los daltónicos y a los ciegos, que tuvieron demasiado miedo de sangrar como para encontrarse, y solo retrasar lo inevitable. Pronto la naturaleza lo cubriría todo de verde, y el neón humano no brillaría más bajo el sol luciferino.   

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  To young Mark. Always with one hand ocuppied.   Children of thirty two try to tell me what is a good cigar and what isn’t. Me, who never learned to smoke, but always smoked; me, who came into the world asking for a light.   Me, who when asked by a waitress about the kind of beer I would prefer, sweet, sour, toasted or fruity, always respond: cold.   Me, who began going out when I was seven. Me, that have lived four hundred and fifty six weekends without throwing up once.   Me, who stole my parent’s condoms right after my last brother was conceived. Me, who came from the uterus dancing and when the nurses left the room, lighted a ciggy.

Millennial 15 (La niña lunar)

Una niña patina en la superficie de la luna. La baja gravedad la hace parecer mayor de lo que es. Sus patines emiten una luz violácea que corta la gris superficie lunar (aún más gris que la cinta magnética sobre la que se desliza). Sobre ella un domo de cristal la aísla de la noche perpetua. Tiene la impresión de que la constelación Ofiuco la sigue. Se mueve lo suficientemente rápido como para dejar una delgada estela de polvo lunar a su paso, de la que cubre sus ojos con anteojos de aviador. Su “ comet tail ” se interrumpe cuando entra a uno de los túneles que conectan subterráneamente los domos. Los destellos violetas parpadean con cada fugaz contacto de sus patines contra la cinta. Gana velocidad y sale disparada del otro lado, elevándose unos centímetros por sobre el suelo para luego reacomodarse con ambos pies. En sus oídos suenan toda clase de pitidos electrónicos, salidos de un auricular con forma de caracol que cubre toda su oreja derecha. El hacinamiento del aire del domo...

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VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...