Con un golpe metálico la oscuridad devora las
tribunas. Otro más y se le duerme el brazo del escudo. Otro más y la arde la
cara. Otro más y al único que ve es al Otro. Consigue arrastrarse y sacudir la
cabeza, para remover la oscuridad y la sangre, y se le viene encima. La espada
baja contra él una y otra vez, y una y otra vez él la recibe, y la sobrevive.
No es que resista por habilidad o fortuna: la espada no busca matarlo, busca
destrozarlo. El Otro busca subyugarlo hasta que no quede duda de que el combate
(I don't need a reason to hate you) estuvo
perdido desde el principio. La espada sigue bajando como un martillo, hasta que
se pierde junto con los gritos de los espectadores en un zumbido agudísimo
(Cistof abuses the slow motion). El
Otro le ha arrancado el escudo del brazo y se le ha sentado en el pecho. Su
conciencia baila entre las capas de bronce de su casco y la empuñadura de la
espada enemiga. Siente la hinchazón de su rostro contra el metal caliente, y la
presión del cuerpo del bruto contra sus costillas destrozadas, y se da cuenta
de la terrible verdad: va a morir. By Jupiter's cock! ¡Está por morir! No, no,
no, no, no…
To Dylan Thomas, the bluffer. Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn. Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.
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