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Millennial 39 (Masamune II)

El eco de un violín reverbera en un cine abandonado. La luz que se filtra por las ventanas es apenas la suficiente como para leer una amarillenta partitura que reza “Danse Macabre. Saint-Saens Camille 1873”, en una manuscrita delgada y estrambótica. Un brazo delgado se mueve en la oscuridad, acompañando el movimiento del arco. Quien toca el violín apresura las notas, pero no le erra a ninguna. La mano de dedos largos aprieta el arco como si este se le pudiera escapar.
A la mitad de la pieza la luz se desvanece. Ha anochecido. Se escucha un suspiro en la oscuridad polvorienta, y luego pasos desganados. I focus on the pain. Cuatro fluorescentes titilan en las profundidades del cine y finalmente se prenden, seguidos por una mirada que se oculta bajo una máscara de dragón japonés. El anciano que la viste se acerca al atril, todavía con el violín en manos, dobla cuidadosamente la partitura, y se lleva ambos objetos consigo. En su recorrido hacia la nueva luz parece hacer un recuento mental de todos los objetos desperdigados en las butacas, muchos de los cuales en ese momento no parecen más que sombras. The only thing that's real. Atraviesa el corredor y corre una pesada cortina roja en la esquina izquierda del recinto. Tras la cortina hay un pequeño cuarto escondido, en el que apenas puede entrar, flanqueado por una cama diminuta y dos archiveros. Primero deposita cuidadosamente el violín sobre el más bajo de ellos, y luego abre el primer cajón, donde guarda la partitura entre una serie de papeles de lo más extravagantes, entre ellos un pañuelo con medio beso de mujer, una pintura de un conejo alado, y el octogésimo primer fragmento de una novela de noventa y nueve partes. Se sienta en la camita y se desviste, quitándose cuidadosamente sus ropas negras, salvo por la máscara, y tras doblarlas las pone a los pies de su cama. Sus articulaciones débiles le duelen cuando se acuesta haciéndose un ovillo, y su largo brazo le tiembla cuando se tapa con la sabana hecha de retazos de telas. Con el amanecer volverá su juventud.  

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