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Millennial 39 (Masamune II)

El eco de un violín reverbera en un cine abandonado. La luz que se filtra por las ventanas es apenas la suficiente como para leer una amarillenta partitura que reza “Danse Macabre. Saint-Saens Camille 1873”, en una manuscrita delgada y estrambótica. Un brazo delgado se mueve en la oscuridad, acompañando el movimiento del arco. Quien toca el violín apresura las notas, pero no le erra a ninguna. La mano de dedos largos aprieta el arco como si este se le pudiera escapar.
A la mitad de la pieza la luz se desvanece. Ha anochecido. Se escucha un suspiro en la oscuridad polvorienta, y luego pasos desganados. I focus on the pain. Cuatro fluorescentes titilan en las profundidades del cine y finalmente se prenden, seguidos por una mirada que se oculta bajo una máscara de dragón japonés. El anciano que la viste se acerca al atril, todavía con el violín en manos, dobla cuidadosamente la partitura, y se lleva ambos objetos consigo. En su recorrido hacia la nueva luz parece hacer un recuento mental de todos los objetos desperdigados en las butacas, muchos de los cuales en ese momento no parecen más que sombras. The only thing that's real. Atraviesa el corredor y corre una pesada cortina roja en la esquina izquierda del recinto. Tras la cortina hay un pequeño cuarto escondido, en el que apenas puede entrar, flanqueado por una cama diminuta y dos archiveros. Primero deposita cuidadosamente el violín sobre el más bajo de ellos, y luego abre el primer cajón, donde guarda la partitura entre una serie de papeles de lo más extravagantes, entre ellos un pañuelo con medio beso de mujer, una pintura de un conejo alado, y el octogésimo primer fragmento de una novela de noventa y nueve partes. Se sienta en la camita y se desviste, quitándose cuidadosamente sus ropas negras, salvo por la máscara, y tras doblarlas las pone a los pies de su cama. Sus articulaciones débiles le duelen cuando se acuesta haciéndose un ovillo, y su largo brazo le tiembla cuando se tapa con la sabana hecha de retazos de telas. Con el amanecer volverá su juventud.  

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  To young Mark. Always with one hand ocuppied.   Children of thirty two try to tell me what is a good cigar and what isn’t. Me, who never learned to smoke, but always smoked; me, who came into the world asking for a light.   Me, who when asked by a waitress about the kind of beer I would prefer, sweet, sour, toasted or fruity, always respond: cold.   Me, who began going out when I was seven. Me, that have lived four hundred and fifty six weekends without throwing up once.   Me, who stole my parent’s condoms right after my last brother was conceived. Me, who came from the uterus dancing and when the nurses left the room, lighted a ciggy.

Millennial 15 (La niña lunar)

Una niña patina en la superficie de la luna. La baja gravedad la hace parecer mayor de lo que es. Sus patines emiten una luz violácea que corta la gris superficie lunar (aún más gris que la cinta magnética sobre la que se desliza). Sobre ella un domo de cristal la aísla de la noche perpetua. Tiene la impresión de que la constelación Ofiuco la sigue. Se mueve lo suficientemente rápido como para dejar una delgada estela de polvo lunar a su paso, de la que cubre sus ojos con anteojos de aviador. Su “ comet tail ” se interrumpe cuando entra a uno de los túneles que conectan subterráneamente los domos. Los destellos violetas parpadean con cada fugaz contacto de sus patines contra la cinta. Gana velocidad y sale disparada del otro lado, elevándose unos centímetros por sobre el suelo para luego reacomodarse con ambos pies. En sus oídos suenan toda clase de pitidos electrónicos, salidos de un auricular con forma de caracol que cubre toda su oreja derecha. El hacinamiento del aire del domo...

Máquinas Salvajes VI

VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...