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Millennial 40 (Siete)

Los siete niños entran atropelladamente al comedor. Cuando se sientan a la mesa la entrada a la base esta regada de pequeños trajes espaciales. Afortunadamente esa vez solo dos se quejan de que otra vez almorzarán papas, al resto no parece importarle mientras que sean fritas. Tras calmar lo mejor que pudo el barullo inicial su padre junta los trajes sucios. Uno de ellos tiene los pies manchados de negro, lo que le gana al hijo mayor la reprimenda, una vez más, de no pasearse tan lejos sin su supervisión. Y aprovecha la oportunidad para recordárselo a todos. Algunos asienten y otros siguen devorando. Tan pronto como deja los trajecitos en la cámara esterilizadora el padre también se sienta a la mesa. Consigue agarrar algunas papas perdidas antes de que se terminen y evita que una broma del hermano del medio al inmediatamente menor escale a la categoría de conflicto bélico. Al terminar de comer seis de los siete corren a lavarse las manos para volver a salir lo antes posible. El único que se asegura de agradecer a su padre recibe una palmada en la cabeza de recompensa. Los platos desaparecen absorbidos por la mesa.
El pequeño batallón forma entonces una línea para esperar la retribución de sus trajes, entregados diligentemente por una cinta que los transporta desde la otra cámara siguiendo el orden de nacimiento. Su padre les recuerda, primero, que no se peleen, y segundo, que mantengan las comunicaciones abiertas aunque estén peleados. El menor llega último, porque había tenido que usar el baño. Su padre lo ayuda a ponerse el traje para que no se quede atrás, y este le cuenta que descubrieron un grillo de doce patas, que se comunica por ultrasonido. El padre finge no creerle y lo alienta a que le traiga uno para estudiar. Una vez que el traje simbionte se cierra el niño sale a la carrera, atraviesa la membrana aislante y se pierde tras su brillo violáceo. Nuevamente todo está en paz en la blanca base, pero el padre no puede quitarse de la cabeza la idea de que el mayor se meterá nuevamente en problemas. Toma un traje y se aventura al exterior.
Afortunadamente parece que su proposición de que le llevaran un grillo dio frutos. Siete y Cinco hacen una trampa con ramitas de la amapola balrogiana que cubre toda base. Dos, Seis y Tres discuten la información geográfica que proyectan sus visores. Uno busca entre los arbustos de lila pandemonica, y Cuatro escaba no muy lejos, valla uno a saber con qué esperanza. No es nada fácil educar a tantos clones de uno mismo a la vez, pero después de aquel accidente la misión lo requiere. 

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