La
computadora es una laptop con más de un lustro. Quien la encendiera tendría como
fondo de pantalla la foto de dos hombres jóvenes y una adolescente abrazados, frente
a lo que pareciera el alambrado de un campo de girasoles, a metros de una ruta
poco transitada. Ahora apagada, doblada y vacía de información como las hojas
en blanco, también la laptop se retrotrae a la oscuridad de su hibernación.
Sus
teclas habrían sido pulsadas no hace demasiado, puesto que aún se aprecian,
brillantes, las huellas dactilares engrasadas que han dejado sucias las letras:
E - D - N - U - O - P. Letras cuyas teclas habrían requerido fuerza extra para
ser pulsadas, teniendo en cuenta el colchón de cenizas de cigarrillos que se
entrevera entre ellas. No queda claro si las mismas han concluido una obra de
ficción o un e-mail, pero puedo decirse con seguridad que quien las pulso
estaba apresurado.
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