Los
dados son poliedros lúdicos y caprichosos como los juegos de mesa dispares de
los que han sido tomados, sin duda debiéndose a ello la diferencia en sus
tamaños. De tez blanca y llenos de lunares han rodado inseguros, de cara al
destino, con más lentitud el más grande, más ágil el pequeño. A pesar de ello
ambos comparten extremos redondeados, los mismos valores, y la tendencia de
darle pequeñas alegrías a su dueño cuando trabajan en conjunto.
Ligados a aquel destino mayor que los hace girar, parecen completar el quinteto de un juego de Generala, quizás jugada en la sobremesa del asado al que también se llevara el conjunto de cuchillo y tenedor, o en el que se habría estrenado la receta ahora bajo ellos.
Ligados a aquel destino mayor que los hace girar, parecen completar el quinteto de un juego de Generala, quizás jugada en la sobremesa del asado al que también se llevara el conjunto de cuchillo y tenedor, o en el que se habría estrenado la receta ahora bajo ellos.
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