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Caminito

Dejé Caminito
y me agarró
como al pasar.

Era una tanguera
jovencita,
de negro, ojos ámbar.

Me dijo que la mirara
y me apedé.

Así y asá,
y un compadre la tomó.

Fuimos una foto,
una vueltita,
y un cumplido:

Ojos tristes,
labios rojos,
pies chiquitos,
piernas largas.

Giro y giro
y reposaba,
como una muñeca apuñalada
por la calor.

Alguien largó un mango
y lo agarró,
como en el aire,
con el funyi.

Y me pareció quererme
a mi mismo
en ese cuero-cuore
carcomido.

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