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Máquinas Salvajes III

III

El acto reproductivo más traumático de todo el reino animal pertenece sin duda al afamado insecto religioso, o a la Mantis religiosa: otro insecto que se ha colado en el imaginario como figuración por excelencia de la “alienigenidad”. Habilísimo depredador de acecho que espera a su presa con las patas delanteras dobladas y juntas de forma tal que recuerda el acto de rezar, de donde toma su nombre.

Conclusión 8: El ser humano se ve a sí mismo en los animales. Y la mayoría de las veces se teme.

Prueba indubitable de que en los subterráneos países europeos el aspecto y la conducta de este insecto ha generado las mismas ideas son los nombres que recibe en otros idiomas, partiendo de que en ingles se le conoce como European mantis: Gottesanbeterin en germánico, gott siendo “dios” y anbeterin significando “adorador”. Prega-dióu en provenzal, y prie-dieu en francés, que también hace referencia al reclinatorio de iglesia, en todas las acepciones españolas siempre refiriendo al ruego, la plegaria o la meditación. Del latín mantis, y este del griego bizantino μάντις, antiguamente "adivino, profeta", de μαίνεςφαι, "estar fuera de sí", del protoindoeuropeo mn̥yo-, forma extendida de men-, "pensar".

Conclusión 9: En el contexto terrestre el ser humano es uno, indivisible.
Conclusión 10: Pensar es otra forma de hacerle frente a la violencia cósmica.


 
 
Tras la culminación del acto sexual, y en ocasiones antes, toma lugar la costumbre quizás más particular de la mantis: la decapitación del macho.

Cita 1: To the extent that Surrealism involved some kind of scientific research, the praying mantis could well stand as one symbol of its prime mystery or object of study.(The Edge of Surrealism: A Roger Caillois Reader)

La relativa rareza de este hecho no ofusca lo pintoresco de su ocurrencia. El macho asume, al momento de aparearse, que su vida queda en manos de la hembra, bastante más grande que él. Es un riesgo que tomara para tener la posibilidad de perpetuar sus genes. Si la escasez de alimento tiene a la hembra hambrienta, el macho será prontamente devorado para nutrirla.

Si tan solo alguien le hubiera avisado.

Incógnita 3: ¿Hay diferencia entre gula y lujuria?
Conclusión 11: En el reino animal terrestre la depredación y la sexualidad no se confunden. Solo lo hacen en la mente del hombre. 

    La sensación más humana de los dientes mordiendo la carne será suficiente para entender la persistencia y el amplio conocimiento del curioso hábito de la mantis en el imaginario.
El macho, al intentar desmontase sería asido por la hembra con sus extremidades como guadañas, y recibiría, inmovilizado, el primer mordisco directamente en el rostro. Cierta lógica predatoria, aprendida o heredada de otros mamíferos, dictaría que la mordida primera se dirigiera al costado del cuello, allí donde late la vena yugular, buscando punzarla para terminar el forcejeo del macho lo antes posible. O siquiera al medio del cuello para, con la fuerza mandibular suficiente, sujetarlo con firmeza y quebrarlo en un rápido tirón. Apartarse de esta lógica deviene en varias alternativas menos mortales. Por proximidad debería morderse primero la nariz, asiéndola con firmeza con los dientes en paralelo al tabique nasal. Pero el desgarro de la estructura cartilaginosa lejos está de causar algún daño terminal.
Las alternativas inmediatas son los tejidos blandos, los parpados, los labios. Los parpados tienen la ventaja de estar atravesados por un gran número de vasos sanguíneos, sobre todo los superiores. Por ello su extirpación, si bien poco elegante, dejará al hombre efectivamente ciego si es acompañada con una mordida lo suficientemente profunda. Los labios por otro lado tienen la ventaja de estar saturados de terminales nerviosas. Son una excelente elección si el objetivo es hacer sufrir al hombre. Pero lo insectos perciben los cuerpos de manera diferente.


La mordida es bastante más difícil en un rostro humano, con sus 43 músculos horrorizados.  

Conclusión 5B: La vida siempre encuentra una forma, violentamente.

Conclusión 8B: El ser humano se ve a sí mismo en los animales. Y se devora. 

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