En
una habitación completamente vacía hay un colchón apoyado contra una pared. Alguien
pone una silla frente a él y se queda mirándolo unos segundos, hasta que gira
la cabeza, como si hubiese escuchado una respiración:
-
¡Oh! ¡Discúlpenme! No sabía que estaban acá. Soy el Dr. León da David, pueden
decirme Dada, Dadá, o Dédalo, como ustedes mejor prefieran. Levantando la mano
en orden, díganme sus nombres.
Dédalo,
vestido con un traje negro y con la cara pintada como mimo sonrió de oreja a
oreja, siguiendo su pregunta con un gesto alentador de sus manos, que giraron
en el aire algunas veces. Se escuchó un silbido que se volvió cada vez más
agudo, hasta desaparecer. En algún punto de esa onda de alta frecuencia Hdytto
tenía le seguridad de que había sido nombrado.
-
Se preguntaran a que se debe esta inesperada interrupción de nuestra
programación habitual. - Dice con la mitad de la boca, porque con la otra
aprieta un cigarrillo que prende con presteza.
-
Bueno, es menos complicado de lo que parece… - Tira el fosforo (que había
encendido contra uno de sus zapatos) sobre el colchón, y se toma el puente de
la nariz con el pulgar y el índice, apretando los ojos:
-
We are root.
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