Ir al contenido principal

Millennial 23 (Masamune I)

La luz que se filtra por las pequeñas ventanas forma columnas que cortan el ambiente, de otra forma penumbroso, de un cine abandonado. Un puñado de vacilantes notas de violín surcan el aire, repitiéndose una y otra vez. Una puerta se abre y la luz hace patente el desplazamiento del polvo. El violín sigue tocando unos instantes, ajeno a la nueva presencia, pero no tarda en callar abruptamente. Desde el fondo del cine, donde la luz apenas llega, se escucha un golpe y un insulto en un idioma irreconocible. Quién ha entrado señala que le han indicado que hablara por alguien llamado Masamune. Una voz que no puede pertenecer más que a un niño señala que puede acercarse. El visitante recorre la parte delantera del cine desde la derecha, atravesando las columnas, y se sorprende por la cantidad de objetos disimiles que hay regados por sobre las butacas: pinturas, relojes, adornos de bronce, espadas y palos de golf de los más diversos tamaños, flores de plástico, vasijas, animales disecados, y lo que parecen varios colmillos de elefante, entre muchas otras cosas.
Cuando llega al centro del corredor entre las butacas se le ordena que se detenga. Desde las sombras se le acerca una máscara de dragón japonés, vestida por un niño de negro. Este levanta la mano enseñando un anillo de oro con una joya del tamaño de su pulgar incrustada en el centro. Dice un precio y el visitante se saca del bolsillo el dinero que claramente tenía ya preparado. Sin saber que pensar se lo entrega y recibe el anillo, y rápidamente recorre el surco sin polvo hacia la puerta. Masamune lo detiene en seco justo cuando está por salir. La luz deja ver sus ojos abiertos de par en par. La cantidad de dinero es la acordada, ha sido un placer hacer negocios con él, puede irse. Inmediatamente después el violín vuelve a sonar, con el trabajo que le costó robarlo más vale que aprenda alguna sonata memorable.     

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Rave

To Dylan Thomas, the bluffer.   Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn.   Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and  scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.

Máquinas Salvajes VI

VI Leopardos, serpientes y halcones han sido los principales depredadores de primates durante millones de años, remontándose a los primeros mamíferos placentarios. Antes de que el hombre fuera tal, es decir, su propio depredador, este existía en un estado de guerra absoluta y exclusiva contra esa elite condenada.    Algunos antropólogos proponen que esta guerra de millones de años ha dado origen a cierto ideograma, reconocible universalmente en su cualidad de síntesis de esos miedos primordiales: el dragón. Este vendría a ser la unión de las cualidades más terribles de esas tres encarnaciones: las fauces del leopardo, el cuerpo alargado y escamado de la serpiente, y el vuelo veloz del halcón. Cita 3: The fall from Eden seems to be an appropriate metaphor for some of the major biological events in recent human evolution. This may account for its popularity.   It is not so remarkable as to require us to believe in a kind of biological memory of ancient historical...

33

  To young Mark. Always with one hand ocuppied.   Children of thirty two try to tell me what is a good cigar and what isn’t. Me, who never learned to smoke, but always smoked; me, who came into the world asking for a light.   Me, who when asked by a waitress about the kind of beer I would prefer, sweet, sour, toasted or fruity, always respond: cold.   Me, who began going out when I was seven. Me, that have lived four hundred and fifty six weekends without throwing up once.   Me, who stole my parent’s condoms right after my last brother was conceived. Me, who came from the uterus dancing and when the nurses left the room, lighted a ciggy.