Ir al contenido principal

El sillón

El sillón, de desvencijado cuero marrón, tiene un hermano. Ambos comparten la diestra del escritorio, uno frente al otro, con una mesita de vidrio redonda entre ellos. Y a pesar de la proximidad sus rostros han cambiado más allá del reconocimiento. El segundo, aparentemente destinado a las visitas, mantiene un cuero brillante y tenso, todos sus botones, y el almohadón del asiento mullido y aireado. Daría la impresión de que es nuevo o ha sido utilizado a penas, o se lo ha acondicionado con la esperanza de huéspedes que nunca llegaron.
El primero, por el contrario, delata haber sido víctima de siestas incomodas, transpiraciones de verano y reiterados vasos húmedos en el apoyabrazos. El peso de horas de lectura y de piernas caprichosamente estiradas sobre la mesita de vidrio han hundido el almohadón en el borde. Aquel que dejara la silla del escritorio para perderse en la lectura, como cediendo el mando de una nave que se hunde, tardaría demasiado en darse cuenta de que la terquedad no tiene nada de redentora. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

33

  To young Mark. Always with one hand ocuppied.   Children of thirty two try to tell me what is a good cigar and what isn’t. Me, who never learned to smoke, but always smoked; me, who came into the world asking for a light.   Me, who when asked by a waitress about the kind of beer I would prefer, sweet, sour, toasted or fruity, always respond: cold.   Me, who began going out when I was seven. Me, that have lived four hundred and fifty six weekends without throwing up once.   Me, who stole my parent’s condoms right after my last brother was conceived. Me, who came from the uterus dancing and when the nurses left the room, lighted a ciggy.

Máquinas Salvajes V

V En el contexto del planeta Tierra el depredador siempre ha sido una máquina bastante particular. Parte de una élite condenada a ser siempre menos que lo que caza y a sufrir las constantes inclemencias que devienen de que el alimento se niegue persistentemente a morir. Claro está, exceptuando al hombre, que en la modernidad ha escalado el proceso hasta transformarlo en una orgía de máquinas mecánicas y biológicas que se vuelven por momentos indistinguibles. Pero a este poco elegante modus operandi le debemos bastante más de lo que nos llevamos a la boca. Observación 13: Afortunadamente, la mayor parte del género humano ha llegado al punto en que puede dedicarle más tiempo a pensar que a tener hambre. La historia de la vida en la tierra es una historia del paulatino aumento de la complejidad. Basta ahondar en los orígenes posibles de las primeras células. La carrera por la supervivencia que impulsó la depredación de otro organismo contribuyó enormemente a este aumento de...

También el jugador es prisionero

   Apoyó la mano sobre el mármol frío y sus dedos todavía húmedos dejaron cinco cicatrices translucidas. La tenue luz que se filtraba por la persiana a media asta cargaba el monoambiente de un gris que emulaba el de la mesada que acababa de rasgar. Afuera otro chaparrón veraniego parecía inevitable.   Un rayo de luz se dobló en su iris en el ángulo correcto como para, por una fracción de segundo, hacerlo alucinar un fantasma sentado en la silla de la computadora. Una tosca fotografía de él : pura silueta, puro recuerdo subconsciente del contacto de su piel. Lo corrió de su lugar y, todavía semidesnudo, se sentó a terminar de leer el poema de Ascasubi. El examen final que estaba preparando, y algunas otras cuestiones, lo tenían lo suficientemente ansioso como para haber necesitado aquella ducha en primer lugar. Toda la cosa le estaba llevando mucho más tiempo del que estaba dispuesto a reconocer y hacía relativamente poco que al amparo de la mitología borgiana sobre los...