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Millennial 38 (Fresno y Ciruelo)

Beneath the idle skies las copas de los árboles de un bosque antiquísimo ronronean acariciadas por la briza. En el medio del bosque hay un pequeño claro, y en el medio del claro hay dos árboles solitarios, un fresno y un ciruelo. Son gruesos y altos, y están algo encorvados: sus ramas más bajas se arquean hacia abajo como barbas tupidas. La briza juguetea unos instantes entre sus hojas y las cosquillas despiertan al fresno. Su bostezo sonriente suena a amanecer. Estira sus ramas y las flores en ellas apuntan al cielo.
- ¡Eh! ¡Ciruelo! ¡Pst! ¡Pst!
El ciruelo sigue dormido.
- ¡Eh! ¡Eh!
El ciruelo sigue dormido, pero su frente enorme se frunce. El fresno, bajando la vos, continúa:
- ¡Pst! ¡Eh! ¡Pssst!
El ciruelo no reacciona. Entonces el fresno toma una de las pequeñas flores amarillas que se le han caído a los pies y, con mucho cuidado, acaricia justo el punto en el que comienza la barba del ciruelo. El ciruelo se contrae respirando rápidamente y prorrumpe un estornudo atroz, que sacude todo el bosque.
- ¡Estoy despierto Fresno! ¡Pará un segundo!   
- ¡Con esa manera de dormir pensé que te habías secado! - Se justifica el fresno.
- No me quiebres las ramitas, ¿queres? - Maldice el ciruelo. - ... ¿Qué pasaba?
- Nada…Hoy hace lindo día.
- La verdad que sí. Mañana va a llover.
- Sí. Con un poco de suerte saco nuevos brotes. - Confirma el fresno mientras se acaricia la barba.
- No te vendría mal.
- Eso lo decís porque con tus ciruelas la barba queda más linda. Mirá como brillan.
- Las flores son más difíciles. - Reconoce el ciruelo.
- Siempre que puedo me guardo un poquito de agua para regarme la barba.
- ¡Pero si tenés que hacer lo contrario! Vos déjala, olvídate, y vas a ver cómo crece.
- ¿Estás seguro?
- Sí, sí. ¿Viste que las frutas tardan mucho en germinar? - El fresno asiente moviendo sus ramas más altas. - Bueno, al principio a mí tampoco me salían. Y cuando me salieron eran todas desparejas, un desastre.
- ¿Y las dejaste, así nada más?
- Sí, cuando me acuerdo me pongo unas gotitas de rocío, de coqueto nomás.
- Una vez me pareció ver un hombre al que le empezaban a salir flores.
- ¿De verdad? ¿De qué color eran?
- Blancas. ¿Viste que los hombres tienen la cabeza llena de flores? Bueno, le habían empezado a salir algunas blancas, y en la barba también.
- Les debe pasar como a nosotros cuando empieza el frio. - Recuerda el ciruelo con estupor, y sacude sus hojas inconscientemente. 
- Puede ser. Puede ser. ¿Seguro entonces de que si me olvido de mi barba me crece?
- Sí, mañana tomá todo el agua que quieras que te va a crecer igual. Me parece que voy a dormir un ratito más, si me dejas.
- Sí, sí. Yo voy a mirar las estrellas… perdón por despertarte así.
- No hay problema, no hay problema…
Cuando terminaron de hablar ya había caído la noche, porque los arboles cuando hablan entre sí lo hacen sumamente despacio. Antes de dormir fresno miró a ciruelo y confirmó que estaba dormido como un tronco. El brillo lunar reflejado en sus ciruelas le recordaba las estrellas. Y las miró por varias horas más, deseando que su barba floreciera. Hasta que otra briza lo acarició hasta dormirse.  

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Rave

To Dylan Thomas, the bluffer.   Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn.   Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and  scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.

Manuscript found in Lord Byron’s bookcase

                                                                                                                                                                                                                            To Percy, light upon his waterbed.     I’m the Scorpion King.   Beware, not the Camel King, nor, albeit my rattling ways, a snakish one.   My reign is a desolate wasteland which I, myself, have created. Where dumb-dumb  Ozymandiases  rust. Where mythologies go to die like an, oh so secretive, fart. Far away enough of people so they can pass quietly and unheard.   My reign is also of venom: purulent, vicious. Highly alcoholic melancholy, not of lethargic rest but instead breeder of anxious sleep, of bad poetry during late hours best served for onanistic endeavors.   ¡Behold the Scorpion King!   ¡Behold my drunkenness, ye mighty, and compare: the width of your temples to the size of my ding-dong!   Only one of them remains. Funny looking scorpion tail amidst ass and belly

También el jugador es prisionero

   Apoyó la mano sobre el mármol frío y sus dedos todavía húmedos dejaron cinco cicatrices translucidas. La tenue luz que se filtraba por la persiana a media asta cargaba el monoambiente de un gris que emulaba el de la mesada que acababa de rasgar. Afuera otro chaparrón veraniego parecía inevitable.   Un rayo de luz se dobló en su iris en el ángulo correcto como para, por una fracción de segundo, hacerlo alucinar un fantasma sentado en la silla de la computadora. Una tosca fotografía de él : pura silueta, puro recuerdo subconsciente del contacto de su piel. Lo corrió de su lugar y, todavía semidesnudo, se sentó a terminar de leer el poema de Ascasubi. El examen final que estaba preparando, y algunas otras cuestiones, lo tenían lo suficientemente ansioso como para haber necesitado aquella ducha en primer lugar. Toda la cosa le estaba llevando mucho más tiempo del que estaba dispuesto a reconocer y hacía relativamente poco que al amparo de la mitología borgiana sobre los cuchilleros h