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Millennial 25 (Átropos, Cloto y Láquesis)

Cloto: Qué se yo. Yo ya no puedo sin Wagner de fondo.
Láquesis: Y ahora decime que si te falta un whisky tampoco podes, pedazo de cliché.
Tres escritores comentan el contexto situacional de sus actos creativos.
Átropos: Lo mío tiene más que ver con el ruido de ambiente. (Señala con ambas manos los ruidosos alrededores del café en el que se encuentran)
Láquesis: Igual de cliché pero bastante más aceptable. Todo eso del escritor como genio solitario siempre me pareció una boludez.
Átropos: Ni hablar, pura secuela romántica.
Cloto: Probablemente es de esas cosas que se arrastran viste. (Le dice a Láquesis mientras Átropos llama a una moza para pedirle más medialunas). De pibe haces fuerza por crearte un ambiente que te convenza a vos mismo de que lo que estás haciendo es importante, una especie de ritual.
Láquesis: Y lo terminas arrastrando.
Cloto: Totalmente. ¿Y con el tiempo lo automatizas no? Sin querer pecar de conductista.
Átropos: Puede ser, pero convengamos en que tendría que ser totalmente lo contrario. No se tendría que perpetuar una imagen del imaginario social de siglo XIX porque las cosas claramente ya no funcionan así.
Cloto: Claro está que cuando arrancas no tenés la más pálida idea de cómo funcionan las cosas. De cómo funciona nada realmente.
Láquesis: Cuando empezas no tenés idea de cuánto te va a doler el culo. (Átropos y Cloto se ríen). Que boludos (Láquesis ríe también). Por lo de poner el culo en la silla decía. Pero fuera de joda, esto del autodidactismo…
Átropos: Y la cantidad de pavadas que lees hasta que llegas a algo que valga la pena.
Cloto: Yo nunca pude no terminar un libro. Es de lo que más me arrepiento.
Átropos: ¡Y la mentira esa de que tenés que ser original! Como decía Ezra Pound, si no cambiaste radicalmente tus influencias antes de los veinticinco años es mejor que dejes de escribir.
Cloto: Menudo ejemplito.
Átropos: ¿Pero no es así?
Láquesis: Me gusta pensar que tenemos un poco más de tiempo, pero es así. A uno siempre le parece que llega tarde a la conclusión de que lo más útil es leer las influencias de sus influencias. (Átropos devora su última medialuna)
Átropos: Creo que un prerrequisito es conocer tus primeras influencias hasta el hartazgo, eso hace mucho más fácil la transición. Probablemente a eso se refería Pound, ¿con la importancia que le da al trabajo intensivo no?
Cloto: Seguro. Pero volviendo, ¿qué fetichismos entran en juego cuando escriben ustedes?
Láquesis: Lo mío es un punto medio. Lo único que necesito es cierto nivel de quietud, después puedo escribir en cualquier lado.
Átropos: Como les decía, diez de mis doce libros los escribí en cafés. Debe ser algo sobre el movimiento de la masa humana. La movilidad captada con el rabillo del ojo.
Cloto: Todas formas de llegar al mismo estado mental. Qué se yo. (Le da el anteúltimo sorbo a su café doble)
Láquesis: ¿Y que han estado leyendo que no sea una boludez?

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Rave

To Dylan Thomas, the bluffer.   Go drunk into that dark night. Rave, rave with your self’s shadow, dance. Dance to electric, acid drums. Go drunk into that dark night alight by fluorescent wristbands. Rave against living, against dawn.   Lay bare, under a dark sky, what we all are. Go to the bathroom stalls, past the raving crowd, break in line and start a fist fight. Get drunk and  scarred, animal. Smile, neon bloodied, at oblivion. Rave against all lights unflickering, against all unbroken bones, against those who dance and those who don’t: be an asshole. And dance, dance electric seraph, dance, dance to acid drums.

Manuscript found in Lord Byron’s bookcase

                                                                                                                                                                                                                            To Percy, light upon his waterbed.     I’m the Scorpion King.   Beware, not the Camel King, nor, albeit my rattling ways, a snakish one.   My reign is a desolate wasteland which I, myself, have created. Where dumb-dumb  Ozymandiases  rust. Where mythologies go to die like an, oh so secretive, fart. Far away enough of people so they can pass quietly and unheard.   My reign is also of venom: purulent, vicious. Highly alcoholic melancholy, not of lethargic rest but instead breeder of anxious sleep, of bad poetry during late hours best served for onanistic endeavors.   ¡Behold the Scorpion King!   ¡Behold my drunkenness, ye mighty, and compare: the width of your temples to the size of my ding-dong!   Only one of them remains. Funny looking scorpion tail amidst ass and belly

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